Ahí va mi historia con la DMT. Fue el 1 de noviembre de 2006, en la terraza pusimos unas colchonetas en el suelo, una vela y el mechero de alcohol. Eran las 8:30 de la noche, media luna en un cielo oscuro y tachonado de nubes livianas, traslúcidas como el alabastro. Xavi tumbado a un lado aguantaba la cazoleta calentándola con un mechero de alcohol. Al otro lado y a una orden suya empecé a aspirar los 40 mg de DMT vaporizado y me entregué a la experiencia. Lo hice como me dijo, despacio, profundo y reteniéndolo durante unos segundos. Vacié los pulmones y volví a aspirar de nuevo. Teníamos previsto que una vez yo entrara en la experiencia, sería el turno de Xavi.
Pues bien, estaba aspirando la segunda calada, despacio, y de súbito sentí el subidón, como en la salvia. Xavi, que estaba en frente sujetando la cazoleta de pirex sobre el mechero, se convirtió en un chamán, hombre santo o sacerdote. Sentí que me atravesaba con una larga y afilada aguja de cristal y humo, algo extraño y desconcertante que me atemorizó aunque obviamente resultara del todo indoloro. Por voluntad propia me dejé sacrificar por Xavi (sacrificar = hacer sagrado) en el altar de la experiencia. El subidón fue tan rápido y rotundo, que dudando de mi capacidad para conducir mi propio cuerpo, me limité a dejarme caer boca arriba.
Vi formas orgánicas, como plantas en la espesura de la jungla, algo que recuerda remotamente a los cuadros de Henri Rousseau. Recuerdo una de aquellas formas, una hoja voluptuosa, que brillaba con su punta rozándome la retina del ojo.
Pero estas pinturas sólo son pálidas representaciones de lo que vi. Aquel mundo era el mundo de la luz, y en comparación, estas pinturas de Rousseau representarían sombras oscuras y mortecinas proyectadas en el espacio de dos dimensiones del lienzo. Tal era la intensidad ¿Cómo hablar de formas cuando dichas formas se transforman a tal velocidad que la conciencia no es capaz de aprehenderlas?
Creo que la visión selvática fue anterior a la visión de la tabla codificada, pero no lo puedo asegurar pues la misma visión o iluminación estaba llena de formas y significados que no podía descifrar. Me sentí tan abrumado por los brillos, los colores, las formas y las perspectivas cambiantes que el vértigo me superó. La iluminación me estaba cegando. Aquellas imágenes no estaban fuera sino dentro de mi. Tuve la necesidad de apartarlas, como cuando uno se siente cegado por la luz del sol. Y entonces abrí los ojos y contemplé un espacio azul oscuro de una profundidad insondable. Vi formas geométricas perfectas superpuestas a aquella visión del espacio, y telarañas enormes que se extendían y perdían en la perspectiva del infinito. Aquella formas geométricas eran la pared de la terraza y la enorme antena de televisión del edificio, a vista de hormiga desde mi posición recostada. Estaba volviendo del viaje. Poco a poco recordé y reconocí donde estaba. Ladeé la cabeza y vi a Xavi como una estatua yaciente, de vivos colores pasteles, iluminada como estaba por la luz amarilla de la vela y la azulada del mechero de alcohol. Su cara hierática mostraba una sonrisa feliz. La imagen era de cuento de hadas, pues parecía una estatua de formas geométricas perfectas, como un brillante pulido por el mejor orfebre, su figura incrustada en un precioso y reluciente entorno selvático, como si siempre hubiera estado ahí, perfectamente integrado (en la terraza hay plantas bastante exuberantes). Y caí en la cuenta que aquello era sin duda una representación de Xavi, pues el no debía estar ahí, sino mucho más lejos, donde yo me encontraba tan solo unos segundos o minutos antes. Cosas de la psiquedelia, los humanos parecemos objetos y los objetos parecen animados. Recuperada la calma, cerré los ojos de nuevo y me esforcé por volver a la experiencia, pero fue en vano. Todavía continué durante unos minutos más contemplando la belleza de lo que me rodeaba con ojos nuevos. Hasta que Xavi despertó de su sueño y empezamos a hablar, eufóricos y a la vez muy relajados. Y Noname y compañía aparecieron de las sombras, pues nos habían estado observando sigilosamente desde la oscuridad del salón.
Y mientras explicaba todo esto de la evolución de nuestra especie, noname apareció con un libro que estaba por allí encima "Los orígenes de la civilización" de Charles L.Redman: "Desde los primeros agricultores hasta la sociedad urbana en el Próximo Oriente", sugirió que la interpretación de aquella secuencia de visiones podía venir condicionada por mis lecturas. Y estoy de acuerdo, si la experiencia psiquedélica se puede asimilar a un sueño hiperreal, entonces la historia con la que nuestra consciencia intenta integrar el viaje, como en el caso de los sueños, será una historia construida a partir de retales de experiencias pasadas, eso que llamamos "set". En mi caso esas experiencias previas vendrían condicionadas también por mis lecturas.
Aquellas imágenes fractales eran formas naturales y a la vez códigos abstractos. Nuestra consciencia percibe la naturaleza y la codifica. Gracias a esta capacidad codificadora, nosotros, seres conscientes, recreamos un medio físico y social complejo. Manipulamos la naturaleza y construimos paraísos artificiales aparentemente seguros y estables, pero que no son más que una ilusión, un sucedáneo de la auténtica inmortalidad y trascendencia.
Espero no haber sonado demasiado pedante o pretencioso, pero así integré la experiencia. Gracias a Xavi por ese regalo, por su asesoramiento y por la animada conversación sobre la naturaleza de la experiencia pisquedélica y sus interpretaciones. Si tenemos ocasión de repetir, y espero que así sea, desde luego mejor un setting sin compañía ni prisas que nos distraigan, pues tan importante es la fase aguda del viaje como el periodo posterior de integración de la experiencia, y mejor será alargarla lo que podamos.
La DMT no es disociativa en el sentido de que en ningún caso tienes sensaciones de extrañamiento del cuerpo. Ni lo hechas de menos, como en el viaje intenso de ketamina, ni lo notas retorcido, aplastado o desintegrado, como en el caso del terrorífico viaje de salvia. Simplemente la DMT hace que te olvides de él: no tiene relevancia. Ahora bien, fumar DMT estando de pie e incluso sentado, aparte de peligroso, ensuciaría la experiencia, que es 100% mental, pues ocuparte de tu orientación espacial para mantener el equilibrio va contra la entrega total al intenso viaje psiquedélico y esa resistencia condicionaría probablemente a un mal viaje.
En fin, que la DMT no me pudo enseñar más en menos tiempo. Ideal para místicos con prisas. Me parece tremendo el mercado potencial para una sustancia de estas características. Sobre todo para ejecutivos publicistas que tienen que entregar una idea brillante de hoy para mañana.
En fin, espero que os haya aportado algo nuevo, y animaros a contar vuestras propias experiencias. Gracias de nuevo Xavi por brindarme la oportunidad de otear el horizonte desde allí arriba.