Este blog pretende ser un compendio de experiencias con sustancias alteradoras de consciencia...

jueves, 10 de abril de 2008

DMT, extracto de Ayahuasca

La dimetiltriptamina (DMT) es el principio activo de la ayahuasca. Se trata del psicodélico más potente conocido. La DMT no puede ser asimilada por vía oral ni esnifada, y su vida media en sangre es de escasos minutos. Por esta razón se fuma, conduciendo a un viaje intenso pero breve. A continuación la descripción de un viaje con dicha sustancia.

Ahí va mi historia con la DMT. Fue el 1 de noviembre de 2006, en la terraza pusimos unas colchonetas en el suelo, una vela y el mechero de alcohol. Eran las 8:30 de la noche, media luna en un cielo oscuro y tachonado de nubes livianas, traslúcidas como el alabastro. Xavi tumbado a un lado aguantaba la cazoleta calentándola con un mechero de alcohol. Al otro lado y a una orden suya empecé a aspirar los 40 mg de DMT vaporizado y me entregué a la experiencia. Lo hice como me dijo, despacio, profundo y reteniéndolo durante unos segundos. Vacié los pulmones y volví a aspirar de nuevo. Teníamos previsto que una vez yo entrara en la experiencia, sería el turno de Xavi.

Esa madrugada, la castañada, habíamos fiesteado hasta muy tarde y nos acostamos pasadas las 9 de la mañana. Fue una fiesta regada con una buena dosis de mdma que calculo rondaría los 150 mg. Dormí poco y liviano. Pensé que quizás esto podía afectar a la experiencia, pero creo que no fue así, salvo quizás en una menor capacidad para recordarla en detalle, o tipo candy trip, para predisponer un estado de ánimo positivo.

Pues bien, estaba aspirando la segunda calada, despacio, y de súbito sentí el subidón, como en la salvia. Xavi, que estaba en frente sujetando la cazoleta de pirex sobre el mechero, se convirtió en un chamán, hombre santo o sacerdote. Sentí que me atravesaba con una larga y afilada aguja de cristal y humo, algo extraño y desconcertante que me atemorizó aunque obviamente resultara del todo indoloro. Por voluntad propia me dejé sacrificar por Xavi (sacrificar = hacer sagrado) en el altar de la experiencia. El subidón fue tan rápido y rotundo, que dudando de mi capacidad para conducir mi propio cuerpo, me limité a dejarme caer boca arriba.

Cegado ante tanta sobreestimulación cerré los ojos instintivamente, como haría quien quisiera evitar la ceguera de mirar directamente al sol. Un zumbido continuo acompañó el fulgor de las imágenes. Un zumbido como ese que describen los que han vuelto de la muerte clínica, y que me recordaba que ahora estaba en otro medio. Las imágenes no eran bidimensionales ni tridimensionales. Ni el tiempo era unidireccional, éste que marca la secuencia del pasado al futuro. Ahora entiendo el concepto de "hiperreal", pues allí se encontraba mi consciencia, en un espacio de ene dimensiones en el que los colores, brillos, texturas y, sobre todo, las formas tenían tal intensidad que sobrepasaban la capacidad de comprensión. No pude recordar con precisión por que estaba así. En ese momento si hubiera tenido un interruptor para desconectar la experiencia, lo habría pulsado, pero como no lo había, tuve que aguantarme y entregarme. Supongo que el efecto sería comparable a una dosis extraordinariamente alta de copelanias o de cualquier otro psiquedélico, más de 1000 gammas de LSD, por ejemplo, algo que dudo pueda soportarse durante más de unos minutos.

Vi formas orgánicas, como plantas en la espesura de la jungla, algo que recuerda remotamente a los cuadros de Henri Rousseau. Recuerdo una de aquellas formas, una hoja voluptuosa, que brillaba con su punta rozándome la retina del ojo.

Pero estas pinturas sólo son pálidas representaciones de lo que vi. Aquel mundo era el mundo de la luz, y en comparación, estas pinturas de Rousseau representarían sombras oscuras y mortecinas proyectadas en el espacio de dos dimensiones del lienzo. Tal era la intensidad ¿Cómo hablar de formas cuando dichas formas se transforman a tal velocidad que la conciencia no es capaz de aprehenderlas?

Aquel fractal que representaba una jungla, era también un entrelazado de grecas que derivaban sus tonos verdes y amarillos hacia gruesos cordones rojos y de bordes dorados. Se transforman en una sucesión de símbolos, logografías que escondían un poderoso significado que se me escapaba. Letras de un idioma indescifrable, arcaico y la vez adelantado, sin duda eterno, códigos con cantos contrachapados en oro, rojos con bordes dorados, nítidos, brillantes y fugaces. Formas perfectas que asemejaban una sucesión de herraduras orientadas en ángulos diferentes, en una procesión de símbolos de un código ancestral, precioso y barroco. Valiosísimos textos antiguos de pan de oro incrustados en la madera rojiza y oscura de una tabla o quizás la tapa de un cofre.

Creo que la visión selvática fue anterior a la visión de la tabla codificada, pero no lo puedo asegurar pues la misma visión o iluminación estaba llena de formas y significados que no podía descifrar. Me sentí tan abrumado por los brillos, los colores, las formas y las perspectivas cambiantes que el vértigo me superó. La iluminación me estaba cegando. Aquellas imágenes no estaban fuera sino dentro de mi. Tuve la necesidad de apartarlas, como cuando uno se siente cegado por la luz del sol. Y entonces abrí los ojos y contemplé un espacio azul oscuro de una profundidad insondable. Vi formas geométricas perfectas superpuestas a aquella visión del espacio, y telarañas enormes que se extendían y perdían en la perspectiva del infinito. Aquella formas geométricas eran la pared de la terraza y la enorme antena de televisión del edificio, a vista de hormiga desde mi posición recostada. Estaba volviendo del viaje. Poco a poco recordé y reconocí donde estaba. Ladeé la cabeza y vi a Xavi como una estatua yaciente, de vivos colores pasteles, iluminada como estaba por la luz amarilla de la vela y la azulada del mechero de alcohol. Su cara hierática mostraba una sonrisa feliz. La imagen era de cuento de hadas, pues parecía una estatua de formas geométricas perfectas, como un brillante pulido por el mejor orfebre, su figura incrustada en un precioso y reluciente entorno selvático, como si siempre hubiera estado ahí, perfectamente integrado (en la terraza hay plantas bastante exuberantes). Y caí en la cuenta que aquello era sin duda una representación de Xavi, pues el no debía estar ahí, sino mucho más lejos, donde yo me encontraba tan solo unos segundos o minutos antes. Cosas de la psiquedelia, los humanos parecemos objetos y los objetos parecen animados. Recuperada la calma, cerré los ojos de nuevo y me esforcé por volver a la experiencia, pero fue en vano. Todavía continué durante unos minutos más contemplando la belleza de lo que me rodeaba con ojos nuevos. Hasta que Xavi despertó de su sueño y empezamos a hablar, eufóricos y a la vez muy relajados. Y Noname y compañía aparecieron de las sombras, pues nos habían estado observando sigilosamente desde la oscuridad del salón.

Xavi ya nos contará lo que sintió. En lo que a mi respecta, mi consciencia interpretaba aquel meteórico viaje como una visión de nuestra evolución humana. Como si se me hubiera revelado el libro del Génesis. La humanidad empezó vagando en el medio selvático (el Edén), tal y como éramos, un pequeño grupo de primates homínidos que cazaban y recolectaban. Así fuimos durante cientos de miles de años. Luego aprendimos a interpretar los códigos de la naturaleza (el libro de la sabiduría) y empezamos a manipularla comunicándonos esos conocimientos mediante símbolos, eso que llamamos lenguaje. Eran los albores de la civilización, y fue entonces cuando dimos otro gran salto y aprendimos a cifrar y descifrar esa información en símbolos grabados, o siendo tal valiosos, incrustados en letras doradas en tablillas de madera o arcilla, escritos para que el mensaje rompiera las estrechas limitaciones espacio-temporales de la existencia humana. Y podía haber visto más si hubiera tenido más aguante, pero abrí los ojos, y para mi sorpresa, aquel mundo se esfumó y ya nunca más volvió.

Y mientras explicaba todo esto de la evolución de nuestra especie, noname apareció con un libro que estaba por allí encima "Los orígenes de la civilización" de Charles L.Redman: "Desde los primeros agricultores hasta la sociedad urbana en el Próximo Oriente", sugirió que la interpretación de aquella secuencia de visiones podía venir condicionada por mis lecturas. Y estoy de acuerdo, si la experiencia psiquedélica se puede asimilar a un sueño hiperreal, entonces la historia con la que nuestra consciencia intenta integrar el viaje, como en el caso de los sueños, será una historia construida a partir de retales de experiencias pasadas, eso que llamamos "set". En mi caso esas experiencias previas vendrían condicionadas también por mis lecturas.

Pero las visiones admitirían otra interpretación. Fractales que todo lo abarcan y que son a la a vez naturaleza selvática y simbólica. La vida no es más que la extensión del protoplasma original, como decía Freud con palabras ampulosas "Los seres vivos somos usufructuarios de un fideicomiso destinado a sobrevivirnos", ese fideicomiso es el proplasma original, el código genético. La vida es naturaleza animada, que es código genético, vida que es percibida como representación simbólica en nuestra mente. Naturaleza y símbolos se encuentran en nuestras consciencias.

Aquellas imágenes fractales eran formas naturales y a la vez códigos abstractos. Nuestra consciencia percibe la naturaleza y la codifica. Gracias a esta capacidad codificadora, nosotros, seres conscientes, recreamos un medio físico y social complejo. Manipulamos la naturaleza y construimos paraísos artificiales aparentemente seguros y estables, pero que no son más que una ilusión, un sucedáneo de la auténtica inmortalidad y trascendencia.

La DMT interrumpió durante unos minutos esa "falsa realidad" y me iluminó mostrándome la hiperrealidad de lo que Huxley, citando a los grandes místicos, calificaba como unicidad o "base inmanente y trascendente de todo ser".

Espero no haber sonado demasiado pedante o pretencioso, pero así integré la experiencia. Gracias a Xavi por ese regalo, por su asesoramiento y por la animada conversación sobre la naturaleza de la experiencia pisquedélica y sus interpretaciones. Si tenemos ocasión de repetir, y espero que así sea, desde luego mejor un setting sin compañía ni prisas que nos distraigan, pues tan importante es la fase aguda del viaje como el periodo posterior de integración de la experiencia, y mejor será alargarla lo que podamos.

Una vez estás viajando, intentar no agobiarse ante la sobreestimulación y no abrir los ojos antes de tiempo, pues las visiones se evaporan como si despertaras de un sueño, y te queda sólo un resto de efecto psiquedélico que dura unos pocos minutos y es similar a la ingesta de setas potentes. Así es que hay que aspirar tumbados, con poca luz, silencio y sin prisas ni presencias que puedan interrumpir o abreviar una experiencia de por si bastante breve. Una vez has vuelto puedes recordarla e integrarla de forma similar a como recuerdas un sueño cuando te quedas pensativo, rememorando sus detalles durante minutos antes de levantarte.

La DMT no es disociativa en el sentido de que en ningún caso tienes sensaciones de extrañamiento del cuerpo. Ni lo hechas de menos, como en el viaje intenso de ketamina, ni lo notas retorcido, aplastado o desintegrado, como en el caso del terrorífico viaje de salvia. Simplemente la DMT hace que te olvides de él: no tiene relevancia. Ahora bien, fumar DMT estando de pie e incluso sentado, aparte de peligroso, ensuciaría la experiencia, que es 100% mental, pues ocuparte de tu orientación espacial para mantener el equilibrio va contra la entrega total al intenso viaje psiquedélico y esa resistencia condicionaría probablemente a un mal viaje.

Por último comentar que la resaca post es nula, y resulta ser el viaje más limpio de mi vida, nada que ver con la salvia que me dejó embotado y traumatizado. Una hora después del viaje de DMT la sensación era de intensa paz espiritual y de gran estímulo creativo.

En fin, que la DMT no me pudo enseñar más en menos tiempo. Ideal para místicos con prisas. Me parece tremendo el mercado potencial para una sustancia de estas características. Sobre todo para ejecutivos publicistas que tienen que entregar una idea brillante de hoy para mañana.

En fin, espero que os haya aportado algo nuevo, y animaros a contar vuestras propias experiencias. Gracias de nuevo Xavi por brindarme la oportunidad de otear el horizonte desde allí arriba.